sábado, 19 de enero de 2008

Asesinato justificado



Asesinato justificado

Fue un día de esos, normales, comunes, no de historias tristes depresivas donde todo es gris, afuera está nublado y llueve a cantaros, donde el ambiente no se abriga ni con la solitaria taza de café por la mañana. No. Esto es así, común y corriente, un día con un sol normal, calor agobiante por ser verano, la tierra volando y secándote el rostro y el tedio de la tarde por no tener nada bueno que hacer aparte de acompañarse de la televisión que de por sí, no está transmitiendo nada bueno. Un día común y corriente.

Me levante y preparé el desayuno, nada muy apetitoso porque el refrigerador estaba graciosamente vacío, ya era fin de mes así que no quedaban esas cosas ricas sudando frío dentro del refrigerador. Me metí a la ducha para esos deliciosos baños calientes que me gustaban a pesar de la calor, me prepararía para aburrirme todo el día en casa ya que no había panorama .
Preparar el almuerzo, escuchar la radio, hacer aseo...las horas fueron pasando normalmente, ni deprisa ni despacio, simplemente avanzaron pero a medida que lo hacían algo en mi se fue acumulando de apoco, sin dar aviso.

Mientras intentaba conciliar el sueño en una siesta, cosa que nunca había hecho, mi cuerpo empezó a sentirse pesado, y me imaginaba, sin intención de discriminar, esparciéndome como un obeso mórbido en sima de las frazadas a medida que mi mente se llenaba de ideas y pensamientos inflándose el doble que esos globos de piñata que al parecer están extintos. Sentía que mi cabeza chocaba contra el techo y mi piel rozaba las paredes y toda la habitación se hacía pequeña para mi tamaño, no estaba en el cuento Alicia en el país de las maravillas, era mi casa, mi cuerpo, pero todo se transformaba. Pare y me mire en el espejo y vi la misma contextura física que siempre había visto, todo estaba en mi mente, pero el espejo comenzó a quebrarse y se quebraba porque mi puño se aventuro velozmente hacia a el pero no me había dado cuenta ¿No me di cuenta? No. No me di cuenta y comenzaba a hacer todo por inercia o mejor dicho, sin conciencia.

Uno de los pedazos de vidrio que se clavaron por toda las paredes cubiertas de piel estaba e m i mano, yo no lo había tomado y se lo jure a la corte, yo no lo había tomado, llego allí como todos los que se clavaron en mi cuerpo y camine de la forma que pude por el pasillo de la casa hasta encontrar la salida de ese laberinto, entonces vi ese rostro que me amenazaba, era el dragón enfrentándose a un príncipe , era el cesar y los juzgados, era el planeta tierra contra el avance tecnológico, el hombre contra sus tormentos... Entonces todo me indico que debía luchar.

Mi fuerza se opuso de tal forma que clave el vidrio contra su rostro, clave de nuevo contra su vientre,clave de nuevo contra su pecho, clave, clave y clave hasta que el rojo color me iba cantando la canción de la victoria y yo vencía, yo vencía al dragón, yo era el cesar, yo era el planeta tierra, yo era el hombre y lo grité, en ese instante lo grite: "¡YO SOY EL HOMBRE!". Y punto final, la victoria era mía. Ver su cuerpo allí sangrando era mi trofeo, mi medalla de oro, la princesa que me amaba, las alabanzas que recibía, la pureza, todo lo era yo, y al ver la sangre sentía que no solo era el hombre, si no que el mundo.

Entre con la victoria inflando mi pecho, y ya las paredes no estaban invadidas de mi piel si no que estaban llenas de verde musgo, el vidrio ya no era vidrio, eran rosas espinadas, pero mis pasos seguían siendo pesados, busque otro espejo para poder sentirme aliviado y ver que todo estaba en mi mente que se inflaba pero al mirar descubrí que en verdad, nuevamente sin intención de discriminar, estaba transformado en un obeso mórbido, al que la calor le hacia sudar frío y temer al ver que el musgo avanzaba cubriendo cada rincón, cubriéndome a mi dejan dome petrificado.

Investigaciones nunca entendió como fueron las cosas, yo no asesine a nadie ¿asesinar, matar, acabar con una vida por solo querer hacerlo? No. Lo que intente explicarles fue que yo no acabe con una vida, lo que hice fue lo que ningún ser humano es capaz de hacer: enfrentarse a sus tormentos y acabar con ellos. ¿Cómo es posible que me juzguen por ello? Sé que no muchos entienden lo que es enfrentarse a sus temores, pero si lo hicieran comprenderían que lo que hice no fue asesinar, fue vencer a un miedo , fue vencer y ganar soltar las cadenas para hacer libre a mi mente aunque el precio que tuviera que pagar fuera encarcelar a mi cuerpo.